La exposición ‘tejido doble’ pone a “coser, cantar y contar” por primera vez en Sevilla los tapices de Teresa Lanceta y las ilustraciones de Nathalie Bellón

El día 18 de noviembre se inauguró en el espacio de la pie.fmc (Calle Descalzos, 8) el tercer ciclo de la exposición tejido doble, protagonizado por las artistas Teresa Lanceta y Nathalie Bellón. Esta muestra supone el fin del programa expositivo que, anteriormente, ha puesto en diálogo las obras de Lanceta con las de las artistas Ceija Stojka y Mónica Valenciano. Esto ha sido posible gracias a la elaboración de un montaje y de un proyecto curatorial experimental basado en la transformación del espacio según las posibles lecturas de la obra de Teresa Lanceta. Si en la muestra con Mónica Valenciano los tapices lograban configurar el espacio a través de las ideas de «corografía» y movimiento, en esta ocasión se trataba de exponer el carácter narrativo de los tapices junto a la obra gráfica de Nathalie Bellón, compartiendo ambas su capacidad para contar historias desde un modo de hacer flamenco.

Nathalie Bellón, nacida en Sevilla en 1981, ha desarrollado su trabajo desde la ilustración, el cómic o la historieta, explotando el carácter literario de estas formas artísticas para actuar como «contaora», narradora de historias flamencas que comprende que, para ello, es necesario actuar, a su vez, de forma flamenca, interpretando los matices de este campo sensible e integrándolos en su propio carácter. De este modo, relata las historias de las jerezanas Mercedes Fernández Vargas (Jerez de la Frontera, 1837 – Utrera, 1912), conocida artísticamente como La Serneta, y Tía Anica la Piriñaca (Jerez de la Frontera, 1899 – Jerez de la Frontera, 1987). Así, dialoga con una suerte de tradición narrativa ampliamente extendida en Cádiz, utilizando esta herramienta como una forma expresiva capaz de aunar el humor y una conciencia afilada sobre las paradojas que constituyen este campo sensible y material. Podríamos recordar a figuras pertenecientes a esta tradición como «Inasio Ezpeleta» (así lo llamaba Chano Lobato), y que sigue con Pericón de Cádiz, El Cojo Peroche, Beni de Cádiz y su hermano Amos Rodríguez Rey, Mariana Cornejo o el propio Chano; o los relatos orales recogidos por José Luis Ortiz Nuevo de Aurelio Sellés, Borrico de Jerez, Tía Anica la Piriñaca, Pericón de Cádiz, Pepe el de la Matrona, Enrique El Cojo o el inédito dedicado a José de los Reyes, El Negro, cantaor del Puerto de Santa María.

Nombrando esta tradición y pensando en la importancia de la narración, oral y escrita, en la obra de Teresa Lanceta, es fácil recordar sus palabras en la conversación que mantiene con Ángel Calvo Ulloa para el número 37 de Dardo magazine sobre el uso de textos en su trabajo: “añoro tener una voz capaz de cantar. Escribir es lo más cercano a ese deseo contrariado”. Precisamente es este juego entre coser y cantar, cantar y contar el que queríamos resaltar a través de la muestra. Y es que, como se escribe en la hoja de sala de la exposición, “cantar y contar, como decía Isabel Escudero, son la misma cosa”.

Esta forma oral de narrar propia del campo flamenco puede relacionarse con la manera de tramar historias e hilos en los textiles de Teresa Lanceta. Los tapices seleccionados hacen referencia a las mujeres gitanas con las que la artista convivió y los lugares que las acompañaron, mujeres estrechamente relacionadas con lo flamenco. Por su parte, los textos que la autora dispone junto a los tapices cuentan sus historias. No se trata de tejer las historias que pretenden contar los tapices, como podría pensarse, sino más bien de establecer un correlato, de mostrar que el tejido también puede ser leído, tal y como el texto posee un valor gráfico en sí mismo, algo muy presente en el cómic y la ilustración. La artista no solo comprende el tapiz como una pieza fetiche o un solo resultado formal, sino que ha prestado especial atención a los procesos de construcción de los textiles, a los talleres donde, mientras se cose, se cuentan historias y anécdotas en un hacer colectivo que se da tanto en sus trabajos con las tejedoras de Marrakech como con las trabajadoras en Tabacalera por citar algunos ejemplos. De esta manera, forma y contenido se pueden comprender como una unidad indivisible, una estructura relacional o sistema que permite desarrollar la cualidad narratológica de los textiles. Dicha cualidad es un carácter fundamental de la segunda ola del arte moderno de hacer tapices, inscribiendo la obra de Teresa en una tradición que cuenta con un largo recorrido. Para que las nuevas artistas y artesanas vernaculares pudieran operar por desterritorialización y, a la vez, ser voces de su comunidad, fue una cualidad necesaria. Del mismo modo, no se puede comprender el desarrollo de estas formas de hacer en el contexto artístico moderno obviando las narraciones mitológicas, autobiográficas o políticas que operaban a través de la creación de los textiles, modo de operación extensamente revisado por los estudios y perspectivas decoloniales y feministas.

Agrupando los diferentes tapices (un total de 8 piezas) en dos grupos de tres y un grupo de dos y ubicándolos respectivamente en relación a las series de ilustraciones de Nathalie Bellón, las historias narradas adquieren una entidad propia y dialogante. Frente a las historias de la Serneta y Tía Anica la Piriñaca, aparecen los tapices Marina y Charo y los textiles Alicante-Orán, Orán-Alicante, Tijarafe y Red de San Luis, funcionando como sistemas independientes y, de forma simultánea, pudiendo ser relacionados para producir nuevos significados, sentidos y tramas. Como excepción, la ilustración Puñetera bulería (2021), colocada al comienzo del recorrido de la muestra, sirve como presentación de la exposición o declaración de intenciones, incidiendo en la capacidad de las imágenes para condensar una amplitud y pluralidad de significados políticos y culturales. Los tapices Sevilla (1986) y Rocío (2016), primero y último según la fecha de realización de la selección de la muestra, cierran el recorrido al igual que, de forma metafórica, sirven para dar forma y sentido a un posible ciclo de trabajos realizado por Teresa Lanceta durante 30 años.

Tal y como se aproxima Teresa Lanceta a la idea de testimonio a través del uso de tramas y tejidos, Nathalie Bellón lo hace a través de la ilustración. Con una intención más documental que guionizante o de ficción peliculera, logra dotar a los diálogos del carácter de un relato oral o infundio flamenco, alejándose de otros ejercicios que ha realizado sobre el género con mayor carácter novelesco. La imagen sirve como fondo a una voz que, a través de su escritura, muestra a los personajes que dialogan e interactúan, minimizando la figura del narrador a unas breves localizaciones temporales y espaciales que se funden con la vivacidad de las imágenes que muestra. Actúa así como un ojo más que como una lengua y, paradójicamente, este ojo es capaz de dotar al texto de una densidad metalingüística capaz de hacer resonar la espontaneidad del relato flamenco.

El texto funciona, al mismo tiempo, como pieza documental y como testimonio de una forma de narrar basada en la oralidad, entendiendo la fuerte vinculación existente entre las formas más comunes del relato oral y las cualidades democratizadoras que Walter Benjamin señala en los relatos orales populares en niños y mayores. No se trata solo de la posibilidad de establecer un saber común, con códigos y mecanismos diferenciados y, en cierto sentido, más o menos transversales. Se trata, además, de la valorización del entretenimiento como «una forma de entender el mundo», de hacer en él y de relacionarse con. Formas que están estrechamente imbricadas con el hecho flamenco, en el que la espontaneidad se comprende como una relación necesaria con el espacio y el tiempo, con el hecho social y con un estar en el mundo. Dicho de otro modo, sirve para profundizar en una idea del artista como presencia, y en la presencia como un pisar fuerte o un golpe a tiempo.

Así se trama el tejido doble de estas narraciones, historias o, en el mejor sentido de la palabra, historietas, es decir, narraciones breves (a menudo divertidas) que nos recuerdan al sentido de la microhistoria de Carlo Ginzburg, al valor profundo y, a la vez, literario de la historia anónima o ensombrecida. Nos convertimos entonces en lectores de tramas, amplificando las sensibilidades y significaciones de lo que contiene y lo contenido o, a fin de cuentas, en pensadores de imágenes que caminan las lindes del campo flamenco.

Cierre de ciclo

Se cierra el ciclo de tejido doble como una andadura o recorrido. Con dos artistas que, como sucedía con los dibujos de Ceija Stojka sobre el porrajmos o, como dice Lanceta, “sobre los momentos en los que la Historia (así, en mayúsculas) se rompe a sí misma”, dirigen la mirada hacia atrás. Se podría, en este momento, traer de nuevo a colación esa idea de Walter Benjamín, el arte como “esbozar hacia atrás, a contrapelo”. Pero, sobre todo, se trata de una mirada plural que, en el proceso de hacer visible, muestra cuestionando más que afirmando.

El ciclo tejido doble termina y, al mismo tiempo, da origen a nuevos cauces de trabajo en la pie.fmc. Con su intención de unir tejidos y tramas, maneras de ver y de hacer en el campo flamenco, permite mostrar las piezas de Teresa Lanceta, Ceija Stojka, Mónica Valenciano y Nathalie Bellón de otra manera y, al mismo tiempo, dejar que sus perspectivas transformen nuestras miradas. Así hemos buscado las formas en las que las obras se relacionan, sus puntos de fuga y sus intersecciones, desvelando sus paradojas y contradicciones entendiendo que las paradojas son más motores que sinsalidas, y que las obras siempre son más dobles sentidos que sentidos únicos.

Repetimos, entonces, la idea que expusimos al comienzo del ciclo y que se ha convertido en la línea de fuerza de tejido doble. Nos referimos a la de andar con pie flamenco, andar lugares comunes e historias (en minúscula y plural), llenándolas de chistes y de fogonazos, captando su carácter tragicómico y, sobre todo, entendiendo que es, siempre, una labor más polifónica que policial. Se trata, en última instancia, de transitar los caminos de este campo cultural y, sobre todo, de hacerlo a contrapelo.

pie.fmc cuenta con la colaboración de ICAS (Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla) y la Obra Social La Caixa.

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